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lunes, 6 de febrero de 2012

A ti que has detenido el reloj con un beso.


Puedo ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños. Puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo, tu todo, tu esclavo, tu fiebre tu dueño. Y si quieres también puedo ser tu estación y tu tren, tu mal y tu bien, tu pan y tu vino, tu pecado, tu dios, tu asesino, o tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra, a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea. Puedo ponerme humilde y decir que no soy el mejor, que me falta algo para atarte a mi cama. Puedo ponerme digno y decir: toma mi dirección, cuando te hartes de amores baratos de un rato, me llamas. Y si quieres también puedo ser tu trapecio y tu red, tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío, tu resaca, tu lunes, tu hastío, o tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento y te deja abrazada a una duda, en mitad de la calle y desnuda.

O tal vez esa sombra que se tumba a tu lado en la alfombra a la orilla de la chimenea a esperar...

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