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sábado, 16 de abril de 2011

Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver.

La vida de una estrella del rock es probablemente la vida que todos desean. Bueno, no todos, pero muchos. O sea, qué mejor que tener dinero, malgastarlo en estúpideces, dejar marca por donde uno pase, ser despreciable, odiable y que aún así la gente te ame.
Pero yo creo que ser estrella del rock va más allá de tener dinero y hacer lo aque a uno le da la gana. Es tener una actitud, es vivir sin que a uno le importe una mierda las acciones propias. Vivir sin pensar en "¿qué dirán?", sino que en "¿qué diré?". 
Como tocar la guitarra sin saber hacerlo y con los ojos cerrados, a todo volumen y con las venas expulsando furia y emociones a travéz de nuestro cuerpo. Como tomar la desición de convertirse en vagabundo y dormir en la primera cuneta que encontremos. Como declarar nuestro amor hacia alguien enfrente de una multitud de desconocidos. Como ir por la calle y entrar en un supermercado y coger una bebida e irse sin pagar y que cuando te pregunten por qué lo hiciste responder "porque tenía sed". Cosas así. Cosas sin sentido para el ojo común pero con mucho para el ojo independiente y rebelde. 

Porque ser rebelde no es peinarse a lo punk y salir a pedir dinero fuera de un supermercado. O desobedecer a la autoridad simplemente por el placer de molestar. O ponerse una capucha y salir a tirar molotovs simplemente porque sí. Ser rebelde significa tener actitud. Significa pensar y sobretodo, hacer las cosas que uno cree correctas y que no importa si el mundo piensa lo contrario, mientras realmente estemos convencidos.



Nos llamarán estúpidos, pero estúpido sería no hacer estupideces

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